Es
como se va apagando la llama de nuestra grandeza declinante.
La última esperanza se ha refugiado en las regiones apartadas.
En el corazón de los que gracias a Dios todavía conserváis
un rescoldo de lo que fuimos. En las bocas de los que
habláis un idioma sin polución de palabras extranjeras. En la sangre sin corromper.
Bami sin sombra, Fernando Aramburu