Verdad que el hombre necesita ser azotado. Para que anden aprisa nuestros nervios tenemos que darles muchos latigazos. Son nuestros pensamientos, como ciertas chispas, resultado de un golpe. A golpes vivimos sanos. Vamos al agua y no le decimos como los orientales: "Acaríciame, bésame, caliéntame con tu amor." No; le decimos: "¡Sube, trepa a la azotea, déjate caer sobre de mi y aplástame!"
Dibujo: Yael
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